Durante esta agotadora secondo giorno hubo tiempo para andar, andar y andar. Ya anocheciendo, agotados, hambrientos y sedientos cual camellos en el desierto, encontramos una tienda de las que en tiempos llamábamos de ultramarinos y ahora se denominan del "desavío". Allí, en la vía Cavour, nuestros cansados alumnos compraron de todo y, en la misma puerta, degustaron tan suculentos manjares pero ¿adivinen dónde fueron a parar los envoltorios? efectivamente la acera quedó rápidamente alfombrada de papelillos diversos. El profe Carlos comenzó su momentito de ira de todos los días y comenzó a repartir dardos verbales a diestro y siniestro, no dejando títere con cabeza. La señorita Mª. Inés de Gomar también recibió lo suyo pero respondió con la frase del día:
No hay comentarios:
Publicar un comentario